22 Feb La iluminación matricial
La evolución de la eficiencia de las fuentes de luz ha ido mejorando de forma significativa todos los sistemas de iluminación, también en el sector del automóvil. En este caso nos referimos a las funciones de ver y ser visto que realizan los faros y pilotos.
Si nos retrotraemos a los inicios del mundo del automóvil, allá por 1885, el cambio hasta nuestros días ha sido abismal. Basta pensar que venimos de aquellas arcaicas lámparas de aceite con espejos, heredadas de los carruajes de tracción animal, y hoy nos encontrarnos con los actuales sistemas que usan de la integración electrónica, sensible a la velocidad del vehículo, dirección, estado del firme, carga trasera… Es obvio que el cambio ha sido enorme. Sin embargo, la auténtica y acelerada evolución no se ha producido hasta los inicio de la década de 1990 sucediéndose desde entonces, y de forma continuada, numerosos cambios tecnológicos con importantes mejoras en calidad y prestaciones. A grandes rasgos, desaparecieron las lámparas de incandescencia y se pasó a las halógenas, xenon leds y, más recientemente, láser; con sus distintos sistemas combinados de reflexión y refracción de luz (parábolas, elipses, multirreflexión, lentes convexas…) por señalar solo algunas de las evoluciones.
Nos detendremos en la Iluminación matricial. Es una de las últimas tecnologías, que aporta cambios significativos más perceptibles al usuario, ya que, sin dejar de ofrecer una distribución de luz bastante uniforme en carretera, de gran alcance e intensidad, no requiere de mecanismos móviles en el interior del dispositivo para pasar de corta a larga o viceversa. Este sistema es conocido como ADB (Advanced Driving Beam) y persigue el objetivo de ofrecer un alto nivel de confort, seguridad y ergonomía en conducción nocturna. Gracias al uso de una cámara de video (en algunos casos compartida con la del sensor de aparcamiento) detecta los objetos con luz en el sentido de la conducción, haciendo que, sin intervención del conductor, se produzca un “cono de oscuridad”. Este cono de oscuridad, además de proyectar luz sólo donde se necesita, evita las molestias propias del deslumbramiento a terceros, bien sea porque se aproxime o se conduzca tras él en la misma dirección. Este efecto es técnicamente posible gracias a que el haz de luz está formando por una serie de haces más pequeños (de ahí el apelativo “matricial”) que se encienden y/o apagan en función de las necesidades de conducción y seguridad al deslumbramiento. El aspecto que presentan estos dispositivos con la función apagada, es claramente otro aspecto diferenciador que abre nuevas puertas a los diseñadores y estilistas para los nuevos modelos.
Cada vez que aparece la última novedad en este sector, pareciera que esa va a ser la última, por parecer insuperable, sin embargo, con el desarrollo de nuevos materiales y nuevos procesos se genera un ciclo de mejora permanente en los productos que lo hace imparable. De hecho, somos conscientes de que ya se está trabajando en otras nuevas, en la búsqueda de soluciones más eficientes, económicas y sostenibles, y sobre todo de mayor belleza en sus líneas, por tratarse de uno de los elementos del vehículo más críticos que personalizan la marca.
Ester Fernández
Licenciada en Física
Departamento ISA de Andaltec